2.8.05

Guía del Autoestopista Galáctico Parte XIV

Desde luego, existen muchos problemas relacionados con la vida, entre los cuales
algunos de los más famosos son: ¿Por qué nacemos? ¿Por qué morimos? ¿Por qué
queremos pasar la mayor parte de la existencia llevando relojes de lectura directa?
Hace muchísimos millones de anos, una raza de seres pandimensionales
hiperinteligentes (cuya manifestación física en su propio universo pandimensional no es
diferente a la nuestra) quedó tan harta de la continua discusión sobre el sentido de la vida,
que interrumpieron su pasatiempo preferido de criquet ultrabrockiano (un curioso juego
que incluía golpear a la gente de improviso, sin razón aparente alguna, y luego salir
corriendo) y decidieron sentarse a resolver sus problemas de una vez para siempre.
Con ese fin construyeron un ordenador estupendo que era tan sumamente inteligente,
que incluso antes de que se conectaran sus bancos de datos empezó por Pienso, luego
existo, y llegó hasta inferir la existencia del pudin de arroz y del impuesto sobre la renta
antes de que alguien lograra desconectarlo.
Era del tamaño de una ciudad pequeña.
Su consola principal estaba instalada en un despacho de dirección de un modelo
especial, montada sobre un enorme escritorio de la ultracaoba más fina con el tablero
tapizado de lujoso cuero ultrarrojo. La alfombra oscura era discretamente suntuosa; había
plantas exóticas y elegantes grabados de los programadores principales del ordenador y
de sus familias generosamente desplegados por la habitación, y ventanas magníficas
daban a un patio público bordeado de árboles.
El día de la Gran Conexión, dos programadores sobriamente vestidos llegaron con sus
portafolios y se les hizo pasar discretamente al despacho. Eran conscientes de que aquel
día representaban a toda su raza en su momento más álgido, pero se condujeron con
calma y tranquilidad, se sentaron deferentemente al escritorio, abrieron los portafolios y
sacaron sus libretas de notas encuadernadas en cuero.
Se llamaban Lunkwill y Fook.
Durante unos momentos siguieron sentados en un silencio respetuoso, y luego, tras
intercambiar una tranquila mirada con Fook, Lunkwill se inclinó hacia delante y tocó un
pequeño panel negro.
Un zumbido de lo más tenue indicó que el enorme ordenador había entrado en total
actividad. Tras una pausa, les hablo con una voz resonante y profunda.
- ¿Cuál es esa gran tarea para la cual yo, Pensamiento Profundo, el segundo
ordenador más grande del Universo del Tiempo, he sido creado? - les dijo.
Lunkwill y Fook se miraron sorprendidos.
- Tu tarea, Ordenador... -empezó a decir Fook.
- No, espera un momento, eso no está bien -dijo Lunkwill inquieto-. Hemos proyectado
expresamente este ordenador para que sea el primero de todos, y no nos conformaremos
con el segundo. Pensamiento Profundo -se dirigió al ordenador-, ¿no eres tal como te
proyectamos, el más grande, el más potente ordenador de todos los tiempos?

- Me he descrito como el segundo más grande - entonó Pensamiento Profundo-, y eso
es lo que soy.
Los dos programadores cruzaron otra mirada de preocupación. Lunkwill carraspeo.
- Debe haber algún error -dijo-. ¿No eres más grande que el ordenador Milliard
Gargantusabio de Maximégalon, que puede contar todos los átomos de una estrella en un
milisegundo?
- ¿Nfilliard Gargantusabio? -dijo Pensamiento Profundo con abierto desdén-. Un simple
ábaco; ni lo menciones.
- ¿Y acaso no eres -le dijo Fook, inclinándose ansiosamente hacia delante- mejor
analista que el Pensador de la Estrella Googlepex en la Séptima Galaxia de la Luz y del
Ingenio, que puede calcular la trayectoria de cada partícula de polvo de una tormenta de
arena de cinco semanas de Dangrabad Beta?
- ¿Una tormenta de arena de cinco semanas? -dijo altivamente Pensamiento Profundo-
. ¿Y me preguntas eso a mí, que he examinado hasta los vectores de los átomos de la
Gran Explosión? No me molestéis con cosas de calculadora de bolsillo.
Durante un rato, los dos programadores guardaron un incómodo silencio. Luego,
Lunkwill volvió a inclinarse hacia delante y dijo:
- Pero ¿es que no eres un argumentista más temible que el gran Polemista Neutrón
Omnicognaticio Hiperbólico de Ciceronicus 12, el Mágico e Infatigable?
El gran Polemista Neutrón Omnicognaticio Hiperbólico -dijo Pensamiento Profundo,
alargando las erres- podría dejar sin patas a un megaburro arcturiano a base de charla,
pero sólo yo podría persuadirle para que se fuera después a dar un paseo.
- Entonces, ¿cuál es el problema? -le preguntó Fook.
- No hay ningún problema -afirmó Pensamiento Profundo con tono magnífico y
resonante-. Sencillamente, soy el segundo ordenador más grande del Universo del
Espacio y del Tiempo.
- Pero... ¿el segundo? -insistió Lunkwill-. ¿Por qué afirmas ser el segundo? Seguro que
no pensarás en el Multicorticoide Perpicutrón Titán Muller, ¿verdad? O en el
Ponderamático. O en el...
Luces desdeñosas salpicaron la consola del ordenador.
- Yo no gasto ni una sola unidad de pensamiento en esos papanatas cibernéticos! -
tronó-. ¡Yo sólo hablo del ordenador que me sucederá!
Fook estaba perdiendo la paciencia. Apartó a un lado la libreta de notas y murmuró:
- Me parece que la cosa se está poniendo innecesariamente mesiánica.
- Tú no sabes nada del tiempo futuro -sentenció Pensamiento Profundo-, pero con mi
prolífico sistema de circuitos Yo puedo navegar por las infinitas corrientes de las
probabilidades futuras y ver que un día llegará un ordenador cuyos parámetros de
funcionamiento no soy digno de calcular, pero que en definitiva será mi destino proyectar.
Fook exhaló un hondo suspiro y miró a Lunkwill. - ¿Podemos proseguir y hacerle la
pregunta? -inquirió.

Lunkwill le hizo serías de que esperara.
- ¿De qué ordenador hablas? -preguntó.
- No hablaré más de él por el momento -dijo Pensamiento Profundo-. Y ahora, decidme
qué otra cosa queréis de mis funciones.
Los programadores se miraron y se encogieron de hombros. Fook se dominó y habló.
- ¡Oh, ordenador Pensamiento Profundo! La tarea para la que te hemos proyectado es
la siguiente: Queremos que nos digas... -hizo una pausa- ¡la Respuesta!
- ¿La Respuesta? -repitió Pensamiento Profundo-. ¿La Respuesta a qué?
- ¡A la Vida! - le apremió Fook.
- ¡Al Universo! -exclamó Lunkwill.
- ¡A Todo! -dijeron ambos a coro.
Pensamiento Profundo hizo una breve pausa para reflexionar.
- Difícil -dijo al fin.
- Pero, ¿puedes darla?
- Sí -dijo Pensamiento Profundo-, puedo darla.
De nuevo se produjo una pausa significativa.
- ¿Existe la respuesta? -inquirió Fook, jadeando de emoción.
- ¿Una respuesta sencilla? -añadió Lunkwill.
- Sí -respondió Pensamiento Profundo-. A la Vida, al Universo y a Todo. Hay una
respuesta. Pero -añadió - tengo que pensarla.
Un alboroto repentino destruyó la emoción del momento: la puerta se abrió de golpe y
dos hombres furiosos, que llevaban las túnicas de azul desteñido y las bandas de la
Universidad de Cruxwan, irrumpieron en la habitación, apartando a empujones a los
ineficaces lacayos que trataban de impedirles el paso.
- ¡Exigimos admisión! -gritó el más joven de los intrusos, dando un codazo en la
garganta a una secretaria guapa Y joven.
- ¡Vamos! ¡No podéis dejarnos fuera! -gritó el de más edad, echando a empujones por
la puerta a un programador subalterno.
- ¡Exigimos que no podéis dejarnos fuera! -chilló el más joven, aunque ya estaba dentro
de la habitación y no se hacían más intentos de detenerlo.
- ¿Quiénes sois? -preguntó Lunkwill irritado, levantándose de su asiento-. ¿Qué
queréis?
- ¡Yo soy Majikthise! -anunció el de más edad.
- ¡Y yo exijo que soy Vroomfondel! -gritó el más joven.

- Vale -dijo Majikthise volviéndose hada Vroomfondel con furia y explicándole-: No es
necesario que exijas eso.
- ¡De acuerdo! -aulló Vroomfondel, dando un puñetazo en un escritorio-. ¡Soy
Vroomfondel, y eso tío es una exigencia, sino un hecho incontrovertible! ¡Lo que nosotros
exigimos son hechos incontrovertibles!
- ¡No, no es eso! -exclamó airadamente Majikthise-. ¡Eso es precisamente lo que no
exigimos!
- ¡No exigimos hechos incontrovertibles! -gritó Vroomfondel, sin casi detenerse a tomar
aliento-. ¡Lo que exigimos es una total ausencia de hechos incontrovertibles! ¡Exijo que yo
sea o no sea Vroomfondel!
- Pero ¿qué demonios sois vosotros? -exclamó Fook, ofendido.
- Nosotros -anunció Majikthise somos filósofos.
- Aunque quizá no lo seamos -añadió Vroomfondel, moviendo un dedo en señal de
advertencia a los programadores.
- Sí, lo somos -insistió Majikthise-. Estamos precisamente aquí en representación de la
Unión Amalgamada de Filósofos, Sabios, Luminarias y Otras Personas Pensantes, ¡y
queremos que se desconecte esa máquina ahora mismo!
- ¿Cuál es el problema? -inquirió Lunkwill.
- Te diré cuál es el problema, compañero -dijo Majikthise -¡demarcación, ése es el
problema!
- ¡Exigimos -gritó Vroomfondel- que la demarcación pueda o no pueda ser el problema!
- Dejad que las máquinas sigan haciendo sumas -advirtió Majikthise-, y nosotros nos
ocuparemos de las verdades eternas, muchas gracias. Si queréis comprobar vuestra
situación legal, hacedlo, compañeros. Según la ley, la Búsqueda de la Verdad Ultima es,
con toda claridad, la prerrogativa inalienable de los obreros pensadores. Si cualquier
máquina puñetera va y la encuentra, nosotros nos quedamos inmediatamente sin trabajo,
¿verdad? ¿Qué sentido tiene que nosotros nos quedemos levantados casi toda la noche
discutiendo la existencia de Dios, si esa máquina se pone a funcionar y os da su puñetero
número de teléfono a la mañana siguiente?
- ¡Eso es -aulló Vroomfondel-, exigimos áreas rígidamente definidas de duda y de
incertidumbre!
De pronto, una voz atronadora retumbó por la habitación.
- ¿Podría hacer yo una observación a esa cuestión? -inquirió Pensamiento Profundo.
- ¡Iremos a la huelga! -gritó Vroomfondel.
- ¡Eso es! -convino Majikthise-. ¡Tendréis que véroslas con una huelga nacional de
Filósofos!
El zumbido que había en la habitación se incremento repentinamente cuando varias
unidades auxiliares de los tonos graves, montadas en altavoces sobriamente labrados y
barnizados, entra ron en funcionamiento por toda la habitación para dar más potencia a la
voz de Pensamiento Profundo.

- Lo único que quería decir -bramó el ordenador- es que en estos momentos mis
circuitos están irrevocablemente ocupados en calcular la respuesta a la Pregunta Ultima
de la Vida, del Universo y de Todo - hizo una pausa y se cercioró de que todos le
atendían antes de proseguir en voz más baja-: Pero tardaré un poco en desarrollar el
programa.
Fook miró impaciente su reloj.
- ¿Cuánto? -preguntó.
- Siete millones y medio de años -contesto Pensamiento Profundo.
Lunkwill y Fook se miraron y parpadearon.
- ¡Siete millones y medio de años...! -gritaron a coro.
- Sí -exclamó Pensamiento Profundo-, he dicho que tenía que pensarlo, ¿no es así? Y
me parece que desarrollar un programa semejante puede crear una enorme cantidad de
publicidad popular para toda el área de la filosofía en general. Todo el mundo elaborará
sus propias teorías acerca de cuál será la respuesta que al fin daré, ¿y quién mejor que
vosotros para capitalizar el mercado de los medios de comunicación? Mientras sigáis en
desacuerdo violento entre vosotros y os destrocéis mutuamente en periódicos
sensacionalistas, y en la medida en que dispongáis de agentes inteligentes, podréis
continuar viviendo del cuento hasta que os muráis. ¿Qué os parece?
Los dos filósofos lo miraron boquiabiertos.
- ¡Caray! -exclamó Majikthise-. ¡Eso es lo que yo llamo pensar! Oye, Vroomfondel, ¿por
qué no hemos pensado nunca en eso?
- No lo sé -respondió Vroomfondel con un susurro reverente-, creo que nuestros
cerebros deben estar sobreenterados, Majikthise.
Y diciendo esto, dieron media vuelta, salieron de la habitación y adoptaron un tren de
vida que superó sus sueños más ambiciosos.

- Sí, es algo muy provechoso -comentó Arthur, después de que Slartibarfast le contara
los puntos más sobresalientes de esta historia-, pero no entiendo qué tiene que ver todo
eso con la Tierra, los ratones y lo demás.
- Esta no es más que la mitad de la historia, terráqueo -le advirtió el anciano-. Si
quieres saber lo que ocurrió siete millones y medio de años después, en el gran día de la
Respuesta, permíteme invitarte a mi despacho, donde podrás observar por ti mismo los
acontecimientos en nuestras grabaciones en Sensocine. Es decir, si no quieres dar un
paseo rápido por la superficie de la Nueva Tierra. Me temo que está a medio terminar;
aún no hemos acabado de enterrar en la corteza los esqueletos de los dinosaurios
artificiales, y luego tenemos que poner los períodos Terciario y Cuaternario de la Era
Cenozoica, y...

- No, gracias -dijo Arthur-, no sería lo mismo.
- No, no sería igual -convino Slartibarfast, virando en redondo el aerodeslizador y
poniendo rumbo de nuevo hacia la pasmosa pared.

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