6.12.05

Una que me contó mi papá. "Miguelito"

La Ruta
El sol del mediodía pegaba fuerte sobre la reseca meseta patagónica. El paisano había aflojado la cincha del recado para que el caballo tuviese un respiro, y con el cabestro lo tenía sujeto al molle.
El espinoso arbusto le brindaba una mínima sombra y algo de reparo para evitar las molestias del incansable viento patagónico. Por el sol, calculó que debía faltar poco.

Miró a la distancia, buscando la típica nube de tierra que le anunciara la proximidad de un vehículo. Hasta donde alcanzaban sus ojos acostumbrados a ver distancia, no vio nada. Por costumbre y otro poco para acortar la espera, sacó su tabaquera y armó un cigarro, que fumó lentamente, sentado en cuclillas al costado de la ruta, esa incómoda posición que el hombre de campo utiliza sin mostrar ningún esfuerzo.

Cuando comenzaba a sentir el calor de la brasa cerca de sus labios, divisó la nube de tierra que levantaba el vehículo que se acercaba por el camino en dirección a Esquel.

El viento, que soplaba del Oeste, mantenía en suspensión sobre la ruta una nube de polvo de varios centenares de metros, mientras el sol hacía brillar la carrocería del vehículo.

El hombre se paró y haciendo sombra sobre sus ojos con las manos , intentó identificarlo.
Finalmente tuvo la certeza deque su espera terminaba. El colectivo bicolor -amarillo en su parte inferior y verde en la superior, con un caballo alado sobre cada lateral- comenzó a reducir la velocidad, hasta detenerse cerca del hombre que esperaba. El conductor, un hombre rubio, de piel blanca, ojos claros y sonrisa fácil, descendió con un pequeño paquete y fue al encuentro del paisano.

Después del apretón de manos, hablaron al costado de la ruta, mientras algunos pasajeros curiosos asomaban la cabeza por la ventanilla "Tome, acá están los remedios que me pidió ¿cómo sigue su mujer?" "Sigue jodida nomás, le duele mucho la panza y se la pasa vomitando, vamo a ver si con los remedios mejora" "Si ve que no mejora, el miércoles paso para Trelew, tráigala hasta la ruta y yo la llevo para que la vea un médico".

"Bueno, gracias, quedamo así entonces" Volvieron a darse la mano.El paisano guardó los remedios en un bolsillo de su bombacha y se dirigió hasta donde estaba su caballo.-Miguel Pacholczyszyn-Miguelito para todos-- volvió a ocupar su asiento frente al volante, colocó el cambio y el colectivo bicolor con los caballos alados en sus laterales, reinició la marcha.
El paisano terminó de ajustar la cincha del recado, y levantó su brazo derecho contestando el saludo de los pasajeros Después montó y comenzó a desandar las tres leguas que había hasta el rancho.El viaje de regreso fue distinto.-Se sintió menos sólo, y más esperanzado.
Unos kilómetros antes de llegar a Cabeza de Buey, Miguelito volvió a detener su colectivo, junto a un guardaganado.
Cerca de uno de los postes del alambrado, al borde de la ruta, había un cajón con dos piedras encima, para que el viento no lo volase.Los pasajeros que viajaban por primera vez se preguntaron el motivo de la parada; los que conocían lo que era viajar con Miguelito, ya lo sabían.

Llegó hasta el cajón, y sacó las piedras que estaban en su parte superior.
Después lo levantó: en su interior encontró un papel y unos pesos. En el papel estaba el pedido, escrito por alguien cuyo fuerte no era precisamente la gramática De todos modos se entendía que a "vuelta de colectivo" esperaban la llegada de unas latas de leche condensada, en ese mismo sitio.-Y así, a lo largo de los mas de seiscientos kilómetros de la ruta Esquel-Trelew, a las paradas regulares que eran muchas Arroyo Pescado, Languiñeo, Pampa de Agnia, Cajón de Ginebra, El Pajarito, Paso de Indios (La Herrería) Cabeza de Buey, Bajo y Alto Las Plumas, Las Chapas, Dolavon(Hotel Bonavía), Gaiman, para mencionar algunas,se sumaban muchas otras.
Todas ellas surgidas de la necesidad de los sufridos pobladores, que veían en Miguelito al hombre generoso, siempre dispuesto a dar una mano, a hacer la "gauchada" que le solicitaban; llevar cartas, pedidos de compra, dinero, repuestos para el molino, remedios, un cordero o un chivito para la familia que estaba en el pueblo.... Para todo y para todos había lugar en el colectivo, nadie se quedó esperando en vano, nunca dejó una mano extendida sin atender.Primero estaba la gente, después el horario. Así era Miguelito.

De Polonia a la Patagonia

Había nacido en el año l.909 en Polonia, en Strzcliska Stare, provincia de Joevuske Luriske., con el nombre de Michal Pacholezyszyn.La crisis de pos guerra que soportaba Europa movió a muchos jóvenes y no tan jóvenes, a buscar mejores posibilidades en América.
Michal Pacholczyszyn decidió probar suerte; ya un primo hermano suyo, Gregorio Tellezewbi, estaba radicado en Argentina, en la zona de Tecka, Provincia del Chubut. A los dieciocho años se embarca para Argentina, primero a Buenos Aires y luego en otro barco, a Puerto Madryn.Al momento de su llegada, no hablaba una sola palabra en español.
Como inmigrante, previamente debió hacerse de varios certificados que se exigían por aquellos años-1.927 - para poder ingresar al país, expedidos por las autoridades polacas, y controlados por el Consulado General Argentino en Varsovia.En el Certificado de aptitud industrial., figura que es agricultor.

En el correspondiente a antecedentes procesales, que "no ha sufrido proceso ninguno durante los cinco últimos años por delitos contra el orden social o que hayan dado lugar a penas infamantes".-En un tercer certificado, que "no ha padecido nunca de enajenación mental ni hecho ejercicio de la mendicidad".
Por último, en el Certificado de Sanidad figura que "no presenta síntomas de tuberculosis, lepra, tracoma, ni de ninguna otra enfermedad infecciosa, ni contagiosa, ni de enajenación mental, ni parálisis, ni otro vicio orgánico que lo haga inútil para el trabajo.Que reúne por lo tanto todas las condiciones físicas exigidas para poder desembarcar en la República Argentina".

De Puerto Madryn viajó en tren a Trelew, y luego por tierra a Esquel, donde se encontró con su primo. Allí cerca tuvo su primer trabajo en la estancia Pampa Chica, propiedad de capitales ingleses, donde se quedó algo más de un año., En un viaje que hizo a Esquel, acompañando al mayordomo de la estancia, decidió probar suerte, y la tuvo; consiguió ingresar en la firma Lahusen como repartidor de la empresa.

Ganaba ciento sesenta pesos mensuales, y pagaba cuarenta de hospedaje.-Comenzó a ahorrar dinero y lo volcó en su pasión: los automóviles: se compró un Ford A, con el que prestaba algunos servicios, como trasladar gente a fiestas y reuniones.
Después fueron viajes cortos, y comenzó a sentir el gusto por andar los duros y difíciles caminos patagónicos.

Ya no era Michal, sino Miguel; iniciaba su romance con las rutas patagónicas, que duraría más de cuarenta años.

Su espíritu emprendedor y el deseo de ser su propio patrón, lo llevaron pocos años después -en 1.932-, a formar su empresa de transporte de pasajeros entre Esquel y Trelew, viaje que hacía en tres días utilizando dos coches Ford tipo sedan. La empresa se llamó "La Activa", un coche manejaba Miguelito y el otro el señor Carlos Tisot.Años después, Tisot pone su propia empresa de transporte, entre Esquel e Ingeniero Jacobacci.
En estas páginas podrá apreciar en detalle uno de esos coches, con Miguelito sentado al volante, que está situado sobre el lado derecho del vehículo. De paso, bueno es recordar que recién a mediados de la década del cuarenta, se efectuó el cambio de mano, y se comenzó a circular por la derecha.

La Segunda Etapa: El Colectivo
Ya en la década del cuarenta, el inmigrante polaco decidió abandonar el servicio con los aut os , pues la demanda de pasajes aumentaba, y pensó que necesitaba un colectivo.
Siguió fiel a la marca, en la agencia Pedro Corradi compró un camión Ford que llevó a Bahía Blanca para carrozarlo como "pullman", con capacidad para diecisiete personas, con asientos enterizos, y portaequipajes en el techo.

En sus laterales, ya figuraban los caballos alados que eran su emblema , y se repetirían en los sucesivos colectivos que cambiaba con el paso del tiempo, para brindar un mejor servicio a sus fieles pasajeros.-De aquellos comienzos de Miguelito en los primeros años de la década del treinta, la señora Herminia Pernau Vda. De Vence, conserva nítidos recuerdos.

Balsera en Las Plumas
"Desde el año 1.927junto con mis padres, atendíamos el servicio de balsa que había para cruzar el río Chubut en el Bajo de Las Plumas , no había puente, éste se construye en los años 1.937 a l 1.939 .-.La obra estuvo a cargo de la Dirección de Puentes y Caminos, y la dirigió un señor llamado Antonio Simonet.

La balsa era de madera, medía unos seis metros por algo más de cuatro, y flotaba sobre cuatro botes ; todo era obra de un señor llamado Atilio Lombardi, muy buen carpintero.
Mediante un sistema de roldanas y poleas, la balsa se deslizaba sujeta a un cable de acero que se extendía entre ambas márgenes del río.-El servicio debía prestarse de sol a sol, diría que prácticamente las veinticuatro horas, porque también funcionaba de noche.
Si bien había un balsero, éste se retiraba al caer el sol, y yo con la ayuda de una mujer del lugar, Petra Miyalipi, atendíamos los reclamos de los automovilistas que llegaban de noche, y nos avisaban de su presencia haciendo cambios de luces, o lo más común, efectuando disparos al aire.
No solamente cruzábamos coches y camiones, también cruzábamos tropas de carros que transportaban lana de la cordillera hacia Trelew: primero cruzábamos las mulas, y después los carros. Además del servicio de balsa, teníamos un hotel y restaurante, y la venta de nafta y aceite.

Un día vemos llegar un camioncito procedente de Esquel; venía cargado con muebles y ropa, evidenciaba una mudanza. Descargaron en una de las pocas viviendas que había en Las Plumas.En seguida se supo que había llegado un nuevo policía al pueblo.Después el conductor, un hombre joven, rubio y con serias dificultades para darse a entender, me solicitó café con leche y pan.

Así conocí a Miguelito
Comenzó a viajar de Trelew a Esquel, al comienzo en dos coches Ford, , uno de los cuales manejaba un señor de apellido Tisot.-.-Me llamó la atención que durante los primeros viajes, Miguelito siempre me pedía café con leche y pan, con el tiempo me confesó que era lo único que sabía pedir en castellano; después, en la medida que ampliaba su vocabulario, fue ampliando su menú.
Al poco tiempo, como el número de pasajeros aumentaba, vendió los dos coches y compró un colectivo, también marca Ford, con la figura de un caballo con alas pintada a cada lado; era como el emblema de su empresa.
Trabajó siempre solo, no tuvo oficina ni empleados; en Trelew salía del Hotel Elicegui, que estaba en la esquina de 25 de Mayo y Belgrano, y en Esquel lo hacía del hotel de la familia Cánovas: esos lugares eran el punto de reunión de los pasajeros, familiares, amigos que iban a despedirlos o a recibirlos.
En ambos hoteles , él tenía su habitación fija; vivía mitad del tiempo en Trelew y la otra mitad en Esquel. Miguelito fue siempre un caballero, muy correcto, generoso, nunca dejó a nadie sin viajar, si no tenía plata, lo llevaba igual. Además aceptaba todos los pedidos que le hacían,, realizaba gestiones tanto en Trelew como en Esquel; compraba remedios, repuestos, depositaba dinero que le daba algún poblador que había vendido la lana, era un hombre íntegro, desinteresado, no te aceptaba un peso por las gestiones que hacía.
Yo personalmente, por el año 1,962,quería vender una propiedad que tenía en Esquel, y no podía dejar mi trabajo en Las Plumas, así que le hice un poder a Miguelito, y él me la vendió y cobró el dinero, que después me trajo en uno de sus viajes.

En la época que ya tenía el colectivo, el viaje lo hacía en dos días; salía de Esquel a las seis de la mañana y a la noche paraba en La Herrería, , de Román y Blas López, allí los pasajeros cenaban y dormían. Al otro día, salían temprano y llegaban a almorzar a Las Plumas; a las cinco de la tarde estaban en Gaiman, y a las seis estaban llegando a Trelew.En el viaje de regreso, era al revés , los pasajeros cenaban y dormían en Las Plumas, y al otro día almorzaban en La Herrería, llegando por la tarde a Esquel.

No te olvides que los caminos eran de ripio, a veces estropeados por lluvias y tormentas, y lo fundamental, que Miguelito paraba en todas partes, y si alguien lo requería en el medio de la ruta, también paraba, nunca dejó a nadie con la mano extendida y pasó de largo. Por eso fue siempre tan querido: si le pasaba algo en el camino, se encajaba el colectivo o tenía algún percance, los pobladores apenas se enteraban salían a auxiliarlo: lo mismo si se atrasaba mucho, salían a la ruta a buscarlo, a ver si le pasaba algo.

Era un buen jugador de ajedrez, y más de una vez se demoraba la salida del colectivo mientras Miguelito finalizaba una partida muy peleada.; desde Esquel, mantuvo partidas con ajedrecistas de Bariloche; las movidas se transmitían por telégrafo, pues aún no existía Radio Nacional Esquel. También era un habitual jugador de lotería, todas las semanas compraba billetes , y tenía bastante suerte, varias veces ganó premios, algunos de ellos muy importantes, como la grande de año nuevo de la lotería provincial, y también ganó un auto que sorteo el Gaiman Fútbol Club.

Un sueño que tenía y nunca realizó, fue aprender a tocar el violín; me contó que en el ropero, tenía guardado un violín, y que un día iba a estudiar música, pobre, no pudo hacerlo....
Nunca se casó, me confesó que tenía una novia, también polaca, que vivía en Buenos Aires, pero la chica se debe haber cansado de esperarlo, y se casó con otro: y en Trelew, había una chica que le gustaba mucho,, pero quedó ahí, nunca formalizó una relación estable, vivía para su trabajo, y se lo veía feliz, siempre de buen carácter, amable.
Realmente Miguelito fue un hombre excepcional, fuera de serie; todos los que lo conocimos, lo quisimos mucho".

Noche en Paso de Indios -La Herrería-
"La llegada de Miguelito a La Herrería donde los pasajeros cenaban y dormían , era motivo de reunión , rompía la rutina de quienes vivíamos en el pueblo", recuerda hoy Sabino Rodolfo Suárez, quien por aquellos años fue el primer Director de la Escuela con Internado de Paso de Indios.
"Después de cenar, se armaba el partido de truco, en el que participaban normalmente los dueños, Blas y Román López, el comisario Cuenca, Carela que era el Juez de Paz, y Miguelito, y por supuesto, las respectivas hinchadas".
"La pareja perdedora pedía revancha y ésta quedaba pactada para el próximo paso de Miguelito por el lugar. A quienes estábamos en la Escuela, nos pagaban nuestros sueldos -con cheques, pero como no había Banco, los maestros recurríamos a Miguelito; le entregábamos los cheques y el los hacía efectivos en Trelew o Esquel, y a vuelta de colectivo nos pagaba. Esto es sólo un ejemplo de los muchos servicios que prestaba Miguelito que era un hombre íntegro, de gran calidad y calidez humana.

Un ejemplo de esto último, es que cuando debíamos derivar por enfermedad a algún chico del internado a Trelew, él iba a visitarlo , a ver cómo estaba, si necesitaba algo, y después cuando pasaba por la escuela, nos contaba cómo evolucionaba.
Viajé varias veces con él; era bastante elástico en lo que hace a los horarios ; si a la hora de salida le faltaba un pasajero, esperaba que llegara. Quienes habitualmente éramos sus pasajeros, estábamos acostumbrados a estas demoras, y ninguno protestaba.

Como contrapartida, era muy responsable de la seguridad, siempre llegaba, pese al estado de los caminos, a la nieve o al barro, al viento patagónico que en ocasiones levantaba tanta tierra y polvo que impedía ver la ruta, Miguelito llegaba".


¿Quién no viajó con Miguelito?
Miguelito fue un verdadero personaje , tan es así que una semblanza suya fue publicada en uno de los diarios más importantes del país, "La Nación", del día 12 de enero de 1.985, bajo el título de: "Miguelito, una historia que se escribe a bordo de un colectivo".
El artículo, que lleva la firma de Alberto Astutti, expresa entre otros conceptos: "...Miguelito y su colectivo seguirán siendo parte de la historia del Chubut, una historia que se escribió con el fervor de los valientes y la fe de los que creyeron en el futuro de estas tierras. También se pregunta: " ¿Qué habitante del Chubut de esos años, no viajó alguna vez con Miguelito?.

El propio Miguel responde: "Empleados, funcionarios, médicos, maestros, enfermos, presos y policías, viajantes de comercio, inmigrantes, aborígenes, niños, ancianos...De todos fui amigo, de todos. Y de muchos aún conservo su amistad". Entre los amigos de Miguelito, estaban algunos compatriotas. De ellos, la memoria de Carlos Garzonio rescata los nombres de Maczenziu (zapatero) Horín y Horizny en Esquel; y a la familia Maruschak en Trelew.

Los últimos años
El cansancio de tantos años uniendo Esquel con Trelew comenzó a hacerse notar, y al finalizar la década del sesenta, deja de viajar entre costa y cordillera, radicándose en Trelew, pero sigue transportando gente, ahora en una distancia mucho más corta: Trelew a Rawson y regreso, con dos colectivos.

En un comienzo fueron dos Ford Thames, que retiró personalmente en Buenos Aires, en Ford Armando; su amigo Javier Vence y su hija Raquel lo acompañaron y manejaron uno de los colectivos. Como no tiene casa propia, se instala en el año 1.977, en el Hotel Touring Club, que será un poco el hogar que nunca tuvo en Argentina, allí es donde pasa sus últimos años .
Sigue prestando el servicio Trelew-Rawson hasta el año 1.978 , en que ya cansado y con la salud algo quebrantada, decide retirase de la actividad. Vende sus colectivos -en ese momento dos Mercedes Benz-a la empresa de transportes Rawson, y deposita este dinero , junto a los ahorros de toda su vida, que fue muy austera por cierto., en la Banco de la Nación Argentina, en una caja de ahorro.

Doña Manuela Josefa Fernández(doña Pepa),quien junto a sus hijos Rafael y Luis fueron las personas que generosamente cuidaron de Miguelito en la última etapa de su vida, así recuerda el ocaso de aquel ser humano excepcional. "Era un hombre correcto, respetuoso. En las tardes, sabía juntarse con algún amigo a jugar ajedrez. - Durante cierto tiempo vivió de sus ahorros, pero al igual que le pasó a mucha gente, la inflación hizo que se quedara sin nada.: en el año 1.989 ya no tenía un peso en la caja de ahorro.

Cuando nos contó lo que le pasaba, con mis hijos le dijimos que se quedara; lo apreciábamos mucho, y nos parecía injusto que un hombre que había trabajado toda su vida, siempre tan correcto, se quedara en la calle. Así que siguió viviendo en el hotel hasta que su salud empeoró; tuvimos que internarlo en la clínica Modelo.

Todos sabían que Miguelito estaba muy mal salud; muchas personas preguntaban por él, algunos fueron a visitarlo. Mi hijo Rafael lo visitaba seguido, él era quien lo afeitaba, y se encargaba de cobrarle una mínima jubilación que tenía Miguelito como autónomo, con la que pagaba parte de su internación: el grueso de los gastos los cubrió la obra social del PAMI.
Hubo gente que pensaba que Miguelito tenía dinero,1 pobre1!su único ingreso era la jubilación. Su salud siguió deteriorándose, en los últimos meses ya no conocía a nadie. Murió al poco tiempo, exactamente el 28 de octubre de 1.991.

En el nicho donde están sus restos, hicimos colocar una lápida con su foto y una inscripción que recuerda lo generoso y bueno que fue".

Epílogo
Cincuenta años después, el paisaje es el mismo, y el viento sigue incansable, soplando por la reseca meseta patagónica. La vieja ruta de ripio ha sido reemplazada por una de asfalto, que permite llegar de Esquel a Trelew en pocas horas.
Los medios de transporte son confortables y veloces. Aquel viejo colectivo color verde y crema, con los caballos alados pintados en sus laterales, y su conductor, Miguelito , ya son historia. Pero son muchos los que piensan que si hoy Miguelito volviese a estacionarlo en la esquina donde ya no está el Hotel Elicegui , no iban a alcanzar los asientos.
Todos iban a querer viajar con el. Aunque siguiera haciendo el viaje en dos días, deteniéndose en tantas paradas como brazos extendidos encontrara en la ruta, demorando la salida por ese pasajero que no podía llegar a horario.

Porque viajar con Miguelito era distinto.
Brindaba esa grata sensación de seguridad, de calidad ... y calidez humana.
Esas cosas que muchos buscan, y unos pocos suelen tener.Miguelito fue uno de ellos.

FIN

1 comentario:

ALBERTO CATALOGNA dijo...

yo conoci personalmente a miguelito y el me conto toda su historia desde que desembarco en argentina y todo ese periplo que uds. cuentan, lo conoci en el hoterl turing y he cenado con el, su historia me impacto.