Cuando estaba gastando ya las suelas de mis botas hasta ser una simple lengua de caucho sobre las viejas aceras de baldosas de Colegiales, en mi febril empeño de ganarme la vida en una sociedad despreocupada e indiferente, me saludó un apreciado y viejo conocido (invertido). Tras unos minutos de conversación, en los que yo dejé demostrada fácilmente mi superioridad moral sobre aquel degenerado, me quedé cavilando una vez más sobre la crisis de nuestra época. Mi inteligencia, indomable y exuberante como siempre, me susurró un plan tan majestuoso y audaz que me estremecí ante la idea misma de lo que estaba oyendo.
“Alto!”, grité implorante, a mi divina inteligencia. “Esto es una locura!”
Pero, aún así, escuché el consejo de mi cerebro. Se me ofrecía salvar al mundo a través de la “Degeneración”. Allí, en las piedras gastadas de Colegiales, solicité la ayuda de aquella marchita flor de ser humano, pidiéndole que reuniese a sus compañeros de fatuidad bajo la bandera de fraternidad.
Nuestro primer paso, será elegir uno de ellos para un cargo muy elevado: La Presidencia, si la Fortuna nos es propicia. Luego habrán de infiltrarse entre los militares. Como soldados, estarán todos tan continuamente consagrados a confraternizar entre sí, confeccionándose los uniformes de modo tal que se ajusten como tripas de chorizo, inventando trajes de combate nuevos y variados, dando fiestas y cócteles, etc, que no tendrán nunca tiempo de combatir.
El que al final hagamos Jefe de Estado, deberá ocuparse sólo de su elegante guardarropas, un guardarropa que le permitirá, alternativamente, ser Jefe de Estado Mayor o putita, según sus antojos.
3 comentarios:
me hace acordar a La Conjura de los Necios...
(no importa quien soy)
Y claro! Si es de ahí!
en serio? Bueno tan mala memoria no tengo, lo que si tampoco tengo sueño... más de las seis y dando vueltas sin dormir.
A veces me quisiera ahorcarte, otras me hacés reír.
Doy la cara, soy demasiado (tarada?)para hacerme la misteriosa.
Besos colorados
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